montañista catamarqueña
Es la segunda mujer argentina que logra llegar a la cima del mundo. Se define como una “mujer salvaje” y enfatiza mucho que más que llegar a la cumbre lo importante es compartir, sentirse vivo y sentir la montaña.
Úrsula
hizo flamear una bandera celeste y blanca en lo más alto. Dice que se inspira
en la hazaña de José de San Martín, y que en cada techo o actividad física que
realiza siempre está María Magdalena, su mamá, que falleció hace dos décadas.
-¿Cuándo
empezó tu amor a la montaña y dónde?
-
El que conoce Belén sabe que estamos rodeados de montañas, y una de las
preguntas que siempre me hacía cuando niña era de donde venía el agua. Tal vez
como todos los niños estaba llena de preguntas. Tenía entre 10 y 12 años. Mi
mamá, que la tuve hasta esa edad, me decía del cerro hija, del cerro…
En
Belén, los docentes de la escuela N°6 nos llevaban caminando por el río hasta
el dique para la Fiesta del Estudiante, y recuerdo que con mis compañeros
varones nos trepábamos a la montaña. Eso me llevó a sentir que era parte de
ella. Siempre buscamos un lugar y de alguna comencé a sentir afinidad por la
naturaleza. Encontré un refugio donde habitaba mis sueños y yo. Me pregunté
cómo esos animales son tan frágiles ante el hombre y tan fuertes ante la
naturaleza. Los seres humanos somos así.
-¿A
qué edad te diste cuenta de que era tu pasión ser montañista? ¿Tu familia te
acompañó en esta aventura?
-Cuando
fui al volcán Galán. En ese momento estudiaba el profesorado de Educación Física
en el ISEF y con grupo de compañeros decidimos escalarlo. Recuerdo que no tenía
zapatillas y un compañero me prestó. En el trayecto las rompí y con cinta de
embalar las até para seguir caminando. La carpa que teníamos también se nos
rompió. Sin embargo, y a pesar de todos los contratiempos que tuvimos,
decidimos seguir en esto. Cuando llegué a la cumbre sentí un encuentro entre una
niña con una mujer y sinceramente admiré a San Martín por todos sus acciones.
Estaba feliz y ahí decidí hacer esto el resto de mi vida. En ese momento tenía 22
años.
Recuerdo
que cuando pasamos por Belén nos detuvimos en la casa de mi padre, quien nos
había preparado una cazuela y me llevé naranjas de la planta que había en el
fondo de mi casa. Cuando llegué a la cumbre comí una naranja y como era el día
de la madre me sentí muy cerca de mi mamá, que ya hacía diez años que la había
perdido.
Sin
darme cuenta y en la naturaleza la encuentro a ella. Salgo a correr y siento
que hablo con ella o incluso cuando entreno. Son mis motivaciones para seguir.
Tuve
muchas oportunidades de viajar por el mundo y mis piernas y mi alma quieren
volver siempre a Catamarca y a Belén.
-Sí
hay diferencia. A través del turismo de aventura se empieza a escalar esta
pasión. Muchos no consideran al montañismo como deporte. El montañismo es la
composición de diversos deportes. En mi caso que competí en carreras de
aventuras como el mountain bike, maratones, carreras de ultra resistencia. En Potreros
de los Funes, San Luis, corrí 120 km y puedo dar fe de ello. Pasé límites físicos,
pero que con el correr del tiempo te das cuenta lo importante que es lograr tus
objetivos.
-¿Podés
nombrar las montañas más importante que escalaste?
De
Catamarca, todas. Las que más me hicieron sufrir fue cuando emprendí el ascenso
a Tres Cruces, macizo volcánico que separa a Atacama, en Chile, de Catamarca. Fui
la primera mujer en hacerlo por la ruta argentina, nos costó muchísimo.
Escalamos con tres personas más. Fue durísimo llegar y volver.
El
espectáculo es increíble. En el Ojo del Salado llegué sola a la cumbre.
Recomiendo ir con alguien siempre, en ese momento me sentía segura y tal vez
por mi inmadurez lo hice de esa forma. Si puedo dar un consejo es que no se
puede ir sola a la montaña.
-¿A
dos años de su ascenso al Everest, ¿qué pensás cuando mirás atrás y recordás
esa experiencia ?
-Soy
la segunda mujer de la Argentina en llegar a la meta. Pienso en cada uno de los
días que pasé. Recuerdo que lloraba desde que me levantaba hasta que me
acostaba. Cuando toqué la cumbre, sentí que lo había logrado y estaba feliz. A
pesar del cansancio, en el cuerpo experimenté algo parecido al alivio. Estaba
en el techo del mundo, podía volar.
-¿Por
qué llorabas?
-Porque
me costó mucho conseguir el dinero, mucha burocracia. Me hicieron ir de oficina
en oficina todos los días, pero sin embargo eso me fortaleció y me lleva a
hacer todo lo más correcto posible. Me entrené mucho para la hazaña.
-¿Dónde
te entrenabas?
Hice
resistencia y fuerza acá, y la adaptación en los Seismiles, creo que son la
mejor forma de adaptación para el Everest.
Tenemos
dos sitios Ramsar con el objeto de proteger los humedales y los lugares que
estén en peligro en extinción o que corren riesgo. En ese tiempo participaron
más de veinte países. Argentina se suma a esta cumbre y los científicos que
hacen este estudio sostienen que Argentina tiene sitios Ramsar que hay que
protegerlos, y Catamarca recibió la certificación internacional. Esto es algo
extraordinario que tengamos un sitio como los Seismiles, pero no tan solo eso,
sino todo Antofagasta de la Sierra. Es importante porque tiene las tres
variedades de flamencos rosados austral, andino y chilensis.
Tenemos
que concientizarnos de lo que tiene Catamarca, quien no conoce no lo ama y no
lo cuida. El turismo que busca este destino es un turismo que protege y cuida. Además,
tenemos una ley de área protegida que nos da una amplitud para todas las
actividades y podes refugiarnos en ella. Antofagasta puede ser uno de los
destinos que puede representar al norte argentino, hay más de 600 volcanes en
esa porción de tierra, es extraordinario.
Tiene
el volcán Galán con el diámetro más grande del mundo, el Nevado Ojo del Salado
o el Pissis, los dos volcanes más grandes del mundo. El Pissis está totalmente en
Catamarca. Tenemos además 16 volcanes que superan los 6 mil metros, y sí nos
vamos a otras localidades de la provincia también es extraordinario como son
por ejemplo Los Túneles de la Merced, Aconquija, la Capilla Sixtina, El
Manchao, entre otras.
La
gente del mundo viene a conocer Catamarca y nosotros no conocemos nuestra
provincia.
-¿Cómo
definirías o explicarías lo que distingue al grupo montañero con otros grupos
deportivos?
-La
gran diferencia radica en la competencia, no se compite con otros, competís con
vos. Uno elige, decide, valora el descanso, sos responsable de alimentarte
bien, tenés criterio y conocés la parte física. El montañismo te prepara para
enfrentarte a situaciones de la vida; son como cada piedra antes de llegar a la
cumbre. Cuando podés abrazar a tu familia o tomar un vaso de agua pensás en
cómo pudiste hacer y te dan ganas para seguir haciendo.
El
montañismo es filosofía. En otros deportes competís y luego te vas a tu casa,
en el montañismo te vas desgastando para llegar a un punto. Para los que somos
creyentes es como si todos los días le entregáramos nuestro sufriente para
llegar al Señor.
-¿Cómo
te gustaría ser recordada?
-Me
gustaría decirles que no dejen de caminar y que todos tengan la posibilidad de
lograr una cumbre y mirar desde arriba lo pequeños que somos.
-
¿Cómo transmitís esos valores a tus alumnos…?
-Que
sean persistentes, que no se dejen avasallar por el cansancio del día. Quiero
que logren sentir esa cosa finita que pasa por nuestro cuerpo que es la
contracción de la actina y la miosina que se entrelazan para lograr la máxima
energía. Quiero que se demuestren a ellos mismos hasta dónde pueden llegar.
-¿Qué
te gustaría agregar?
Invitarlos
a conocer Belén porque se darán cuenta de porqué existe la Fiesta del Poncho, El
Shincal, Asampay, entre otras localidades.
Que
conozcan Belén porque tenemos una de las mejores uvas del mundo y porque
nuestras nueces y cada una de los alimentos que usamos en las comidas
regionales son de origen propio. Y que conozcan Belén porque de ahí viene esta
mujer salvaje.
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