Por Alejandro Maidana
No hicieron falta carabelas ni sables, incluso hasta de la biblia se pudo prescindir, el desembarco de la actividad minera transnacional envalentonada por las políticas de los 90, se encargó de mutar aquellos espejitos de colores, en un paquete de promesas vanas que solo pueden embelesar a los socios estatales de tamaño saqueo.
Basta con darse una vueltita por los pueblos mineros, para contemplar como el “progreso” llegó en forma de miseria y concentración de privilegios. Sobra con dialogar con aquellos que vienen resistiendo hace décadas las estampidas de estos gigantes para poder entender que el daño originado no solo es irreversible, también es ruin y cobarde, ya que el mismo fue impulsado por quienes impunemente han entregado a su pueblo a los bajos instintos de las inhumanas corporaciones.
Cuenta el queridísimo colega riojano Eduardo Chavarría, una voz calificada y amiga de este periódico digital, que “uno de los argumentos esgrimidos por Carlos Saúl Menem en el Teatro Catamarca en octubre de 1993, era que se iniciaba <el despegue definitivo de esta provincia tan postergada>. Flanqueado por Ángel Maza, Arnoldo Castillo, y un empresario que no hablaba castellano pero que por lo visto se entendía muy bien con nuestros funcionarios, se daba por iniciado el proyecto <Bajo La Alumbrera>…”
Vaya paradoja en la que nos encierra la actividad minera, el ulular incesante, casi enajenador, sigue repitiendo cuan titiritero de lo abstracto de la enorme posibilidad económica y de confort que representa la presencia de estos monstruos en tierras mansas pero sumamente dignas. Pero claro, después de más de dos décadas en Andalgalá, el proyecto Bajo de la Alumbrera parece no haber incidido en poder quebrar un índice de desocupación que roza el 30% a nivel local.
Te puede interesar: Omar Quinteros, el cura párroco que se le plantó a la megamineríaBajo La Alumbrera usa en un mes el explosivo que el país utiliza en un año, mueve 340 toneladas de roca por día, y utiliza 66 mil litros de agua por minuto. Su facturación llega a  la friolera de 680 millones de dólares por año, y 14 millones de “regalías al pueblo”, lo que significaría después de 22 años, algo así como 336 millones.Esta empresa minera exporta 190 mil toneladas anuales de cobre, y 23 toneladas de oro. Cuenta con una lujosa ciudad en las alturas: 500 habitaciones, canchas de tenis y fútbol techadas, salas de juegos, gimnasio, línea de colectivo interna y tres aviones propios que hacen de taxi aéreo para ejecutivos.
En este proceso saqueador y contaminador, se han cosechado una serie importante de denuncias debido a derrames tóxicos comprobables, donde hubo tres provincias involucradas, su vice director procesado, y decenas de denuncias sobre daños generados por ese atentado ambiental.
El diputado nacional del frente para la victoria de Tucumán Jerónimo Vargas Aignasse, supo presentar tiempo atrás un proyecto de Declaración para que el Congreso de la Nación exprese:
Que vería con agrado que el alimento sobrante diario de Minera Alumbrera Limited fuera entregado en forma de donación al Municipio de Andalgalá y Amaicha del Valle, escuelas, comedores escolares y sociedades de beneficencia de niños carenciados de Catamarca y Tucumán…..”
Cuesta concebir que haya existido un posicionamiento político tan condescendiente a intereses tan mezquinos cuando todavía resonaban las promesas de prosperidad y confort para una población que solo recibiría migajas y menosprecio.
El aporte minero llegaría en forma de semáforos
“Desarrollar proyectos sustentables…..” Ésta era la supuesta premisa fundamental que la corporación minera le exigía al Estado a través de las “regalías” que le ofrendaba al pueblo, que debía soportar su actividad. Pero claro, basta con escuchar a Eduardo Chavarría comentar como eran los días de uno de los pueblos de la Catamarca desangrada llamado paradójicamente <Londres>.
El periodista riojano contaría que “este pueblo está construido a orillas de la ruta que va hacia Belén, que se encuentra a menos de 20 km, y allí nos empieza a llamar la atención algo que estigmatiza a los beneficiarios de las famosas regalías mineras. Todos estos <representantes del pueblo> encontraron en la colocación de semáforos y la construcción de pelotudeces, la forma de cumplir con las exigencias de las regalías: “Desarrollar proyectos sustentables”.
Salimos de Londres y un vecino nos muestra que en el cruce de un semáforo hay una huella de animales, nos dice que los mismos usan un callejón para bajar hacia el río a tomar agua, y con una sonrisa cómplice nos balbucea: “A este intendente no se le cae una idea, probablemente llegue a La Rioja haciendo veredas”.
Cuesta creer, pero por sobre todo aceptar, que millones de dólares puedan fundirse en proyectos raquíticos que lejos están de cambiarles la vida a quiénes claramente necesitan de cambios profundos para poder estar incluidos en los <proyectos sustentables>.
El paraje <Los Nacimientos> lugar donde los lunares de vertientes de agua dan vida al nombre, sus casas de piedra y adobe nos dicen que allí vive gente laboriosa. Este lugar es conocido por tener en su territorio el ingreso a las dos minas de oro más grandes que tiene Catamarca en actividad. Farallón Negro y Bajo La Alumbrera, allí cae el principal argumento de la mega- minería, la falacia de la llegada de inversiones.