Las madres de los adolescentes abusados hablaron de su lucha y su dolor
Las tres pelean contra el poder de la Iglesia local y del Estado. Se sienten solas y discriminadas por la sociedad. Solo quieren justicia para sus hijos.
unidas. se llamaron y se encontraron. a partir de ahora el pedido de justicia será conjunto.
AC, RS y AN son las iniciales de los nombres de las madres de los
adolescentes de 17, 16 y 18 años que se animaron a denunciar a los
sacerdotes Juan de Dios Gutiérrez y Renato Rasgido y al intendente de
Puerta de Corral Quemado, Enrique Aybar, por abusar sexualmente de sus
hijos. El poder de la Iglesia Católica en la provincia y el político y
económico en el caso de Aybar son los rivales contra los que ellas
consideran que deben luchar. En algunos de los casos se suma lo que
explican como falta de ética de algunos abogados y en otro, la
ineficacia judicial. No obstante, la burla y crítica de los habitantes
de los pueblos donde viven es el común denominador que deben superar las
tres.
EL ANCASTI pudo hablar con las mujeres previo a la marcha que
realizaron el viernes pasado en la Plaza Olmos de Aguilera, del centro
de Belén. Cada una relató su caso y su angustia por comprender que
mediatizar las causas "expone a sus hijos a la boca de quienes no
entienden", pero también es la única forma y esperanza que les queda
para que los poderes contra los que luchan pierdan algo de fuerza "y de
impunidad", aseguraron.
La primera en denunciar fue AN. A finales de 2012, las acusaciones
contra el cura Rasgido por varios hechos de abuso trascendieron por
otras fuentes. Ella no habló. No obstante, al ver que todo podía quedar
en nada; buscó abogados y se irguió en la lucha. "La causa pasó por tres
fiscales subrogantes hasta que Marta Nieva la tomó, pero ya los plazos
para lograr la detención se habían perdido. Sé que el Obispo lo tiene en
su casa. Sé que va a dar misas en otras iglesias y que con esto exponen
a otros chicos. Las pruebas contra él son contundentes. Llegaron a
ofrecerme un millón de pesos para que me calle", contó.
Con lágrimas en los ojos, AN señaló que se enteró del abuso de la
peor manera. "Mi hijo se estaba suicidando cuando lo encontré y lo
reviví. Ese cura para mí era el mismo Dios reencarnado, hasta que supe
lo que pasó. Lo manipulaba, le ofrecía comprarle zapatillas, cambiarlo
de escuela, le decía que él era como su padre. ¿Usted sabe cómo me sentí
al saber que yo le pedía la bendición a ese hombre que tocaba a mi
hijo? Quise matarlo cuando supe, pero ya se lo habían llevado", dijo con
los ojos mojados.
RS inició su lucha unos meses después. Contó que Aybar se habría
aprovechado de su condición humilde y ultrajado a su hija para "después
hacer un derroche de impunidad". "Toda mi familia se quedó sin trabajo.
Él me ofreció plata para desdecirme y como no acepté le dijo a mi hija
que éramos unos pobretes y que él tenía influencias para pagar fiscales y
jueces. Parece que eso es cierto, porque el fiscal Flores les mandó
todo investigado a los fiscales de la ciudad y la causa se paró. Me
dijeron que espere hasta que pasen las elecciones. Ahora lo reeligieron
pero no por bueno, sino porque amenaza a todos allá. Sé que quieren que
todo prescriba. Pasaron casi tres años. ¿Qué esperan? ¿Qué les dio?",
preguntó.
AC escuchó atenta sus relatos. Las miraba con dolor. Parecía que intuía que le esperaba un largo camino por recorrer.
"Nosotros no estamos en contra de la Iglesia, sino contra los
irresponsables que están a cargo. Pero parece que no pueden comprender
eso”, dijo.
Ella sabe que, "como en el caso de Rasgido, que su abogado sale a
despotricar contra el denunciante”, la Iglesia pagará el abogado de
Gutiérrez para que hable mal de su hija. "Sé que por debajo dicen que yo
la expongo. Pero el tema es que ya la expuse al confiar en este hombre
que tiene a cargo más de 60 chicos. Yo digo que tenemos que dejar de
tener esta mente primitiva. Salen a culpar a las víctimas. Pero cuando
las cosas se prueban el cinismo se cae”, confió.
AC explicó que la manipulación que habría ejercido Gutiérrez con su
hija fue desde el principio. "La confundía. Le decía que ella era el
pecado, pero le impedía confesarse con él o con otro. Le decía cómo
tenía que hacer. Ahora mi hija está mal por todo eso y además tiene que
superar el prejuicio social”, concluyó.
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