CARA Y CRUZ (Diario El Ancasti)
En la réplica al informe de los contadores Juan Cruz Miranda y Rafael Ponzo Florimonte sobre la renta minera ingresada...
Legado. Eduardo Brizuela del moral es el máximo responsable político del derroche minero.
En la réplica al informe de los contadores Juan Cruz Miranda y
Rafael Ponzo Florimonte sobre la renta minera ingresada al erario de
Catamarca, prolijamente despilfarrada, el FCS recurrió a una coartada
contable: aseguró que, en realidad, los pesos provenientes de la minería
entre 2006 y 2010 no fueron 2.000 millones, como sostienen
Miranda-Ponzo, sino 1.500 millones. Pero la discusión es otra. Que la
minería arrojara en un lustro 500 millones más o menos carece de
relevancia frente a lo incontrastable de la dilapidación de los
recursos. En cualquier caso, se trató de una fortuna extraordinaria no
solo por su volumen sino también por su origen -recursos no renovables-,
que el gobierno radical derivó a gastos corrientes en lugar de
capitalizar la transformación del sistema productivo y económico de
Catamarca. Se trata prácticamente de un Presupuesto provincial completo
que se escurrió por los resumideros del clientelismo, la inoperancia y
la corrupción. Que una coyuntura similar a la de 2006-10 se reitere es
utópico. El Estado catamarqueño difícilmente vaya a beneficiarse en el
futuro con rentas extraordinarias del nivel que dio Bajo La Alumbrera.
De modo que la respuesta radical elude el tuétano de la cuestión
para divagar sobre cálculos, con lo que deviene impertinente. Este
interés por desviar la discusión es comprensible, pues el mayor
responsable político del derroche minero es el ex gobernador Eduardo
Brizuela del Moral, que intenta volver a Sarmiento y República. Nadie
dice que Brizuela del Moral se haya robado el dinero. Simplemente, sus
aptitudes como estadista no le alcanzaron para imaginar un destino para
la renta minera diferente a la exacerbación de los gastos corrientes de
la administración pública. Considérese que el hombre contó con un
Presupuesto adicional y que la evolución de los ingresos por la minería
eran tan previsibles como su retracción en cuanto Bajo La Alumbrera
entrara en declive, y se tendrá una idea del tamaño de la miopía. Más
reprochable resulta el dispendio desde que el destino que debía dársele a
la renta minera, según todas las opiniones de la época y desde que Bajo
La Alumbrera se puso en marcha, ya en 1997, pasaba por establecer
condiciones para el desarrollo de actividades económicas sustentables,
que generaran riqueza y empleo y, llegado el momento, suplantaran a la
minería.
Así como Brizuela del Moral mereció durante dos períodos los
honores de Gobernador por decisión del pueblo de Catamarca y nadie puede
objetarle la hazaña, le corresponde también la cuenta de su legado: una
provincia lastrada por la dependencia económica, incapacitada para
prescindir de los ingresos mineros sin entrar en colapso, con los
márgenes de maniobra anulados para hacer inversiones con criterios
propios y sin el auxilio de la Nación, a pesar de haber contado con
dinero a raudales para modificar tal destino. Que hubo responsabilidades
también de intendentes como José Perea (Andalgalá), Daniel Ríos (Belén)
o Carlos Espinoza (Aconquija), y que organismos de control como el
Tribunal de Cuentas y Fiscalía de Estado no se destacaron por su
eficacia es innegable. Pero el máximo responsable político de la
Provincia en la época fue Eduardo Brizuela del Moral, y desde tal puesto
hizo sancionar una ley de regalías defectuosa, se negó a perfeccionarla
y dejó como recursos de libre disponibilidad las utilidades liquidadas a
Catamarca por YMAD. El resultado de tales decisiones políticas está a
la vista. Por muchas obras que se enumeren, incluidas las viviendas, la
anemia de la infraestructura esencial para las actividades productivas y
el peso de los gastos corrientes en la administración pública exime de
comentarios. Cómo se avanza en la transformación del sistema económico
provincial sin las fabulosas sumas de la minería de 2006-10 es la
discusión. No 500 millones más o menos en un balance.
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