martes, 30 de agosto de 2011

Luis Franco, el filósofo de las letras

El traslado de los restos del escritor catamarqueño Luis Franco a su Belén natal, luego de permanecer 23 años en el cementerio de La Chacarita, en Buenos Aires, es una ocasión propicia para conocer algo sobre la vida y la obra de uno de los mejores exponentes de las Letras que dio Catamarca.
Luis Franco nació en Belén un 15 de noviembre de 1898, fruto de la unión de Luis Antonio Franco y Balbina Acosta de Franco. Antes de concluir con la escuela primaria se mudó, junto a su familia, a esta ciudad Capital. Aquí se destacó como alumno del nivel medio en el Colegio Nacional y regresó a sus pagos amados a los 19 años de edad (1917).

Ya desde joven mostró notable fascinación por los libros que satisfacían su curiosidad de la vida y el mundo. También, desde muy temprana edad, comenzó a bosquejar sus primeras obras. Fue así que en el año 1918, con 20 años de edad, ganó el Premio de Honor en el certamen literario "Juegos Florales", presidido por Jaimes Freyre, con su Oda Primaveral. Distinción que recibió en mano luego de haber viajado en lomo de mula durante dos días a la ciudad de Tucumán.

Luego de aquel propiciado inicio como escritor, Luis Franco hizo el servicio militar en Buenos Aires, durante el cual pasó gran parte del tiempo en el calabozo a causa de su temperamento. Posteriormente, inició la carrera de Derecho, pero la abandonó dos años más tarde para dedicarse a su gran pasión: las Letras.
Durante varios años, Franco alternó entre el ajetreo de la ciudad de Buenos Aires y la vida campesina en Belén ya que si bien la vida en el campo le proporcionaba la paz para poder leer y estudiar, a veces necesitaba buscar información en bibliotecas y librerías. En Buenos Aires trabajaba en la Biblioteca Nacional del Maestro para sustentarse; mientras que en Belén se desempeñaba como labrador en una finca. Hacía de patrón, capataz y peón a la vez; de herrero, carpintero y talabartero cuando era necesario.
Fue por su amor a la tierra que sufrió en varias oportunidades la cárcel. Fue encarcelado por defender el agua de riego, respaldando a los labriegos y por ser considerado enemigo del gobierno y de la sociedad.

Durante su vida escribió alrededor de 52 obras; 18 versos y 34 prosas. Entre ellas: "La flauta de caña"(1920), "Nuevo Mundo"(1927), "El corazón de la guitarra, carpeta con dibujos de Ricardo Carpani" (1963), "Insurrección del poema" (1979), "Los hijos de Llastay (Fábulas o relatos de animales)" (1926), "América inicial" (1931), "El otro Rosas"(1945), "Domingo F. Sarmiento (antología)" (1959), "De Rosas a Mitre: medio siglo de historia argentina"(1967), entre otras importantes producciones.

En su libro "América inicial", Franco permite al lector llegar a conocerlo profundamente. Bajo el título Autobiografía detalla: "Yo, señor, rasgado de ojos y de corazón, limpio de conciencia y de ahorros, de suerte oscura y risa clara, nací y vivo en un lugar tan huido (...) que amagando juntarse en él los rieles (¿las paralelas no se juntan en el infinito?) el tren no ha podido acercarse. Mi infancia me parece ahora cosa de prodigio (...)".
Y prosigue: "La vida blanca y roja (no un negocio sino una aventura mágica, la vida) es mi mayor tentación, pero la palabra y aun el pensamiento, tienen la privanza de mis horas tiradas en buscar un arte de tempestad y melodía". (...) ¿Religión? Soy un impío capaz de escuchar devotamente por horas una cigarra, pitonisa del sol. Soy un ateo calado hasta el hueso de supersticiones de lo divino. La alegría - gay vivir - es mi culto, a mayor título, que suelen salirme al camino, como al que más, esas horas de desencanto eclesiástico en que nuestras ilusiones amagan cariarse a la par de nuestras muelas. No sé si tres o cuatro mil plantas puestas por mi mano me autorizan el título del plantador. (...) Una junta de escopetas, otra de perros, un pavo real, que imanta todas las miradas, y una yegua lujosa de ímpetu como un ditirambo, agotan el censo de mis bienes. Pero no quiero jactarme de mi pobreza, aunque es mi único orgullo. (...) Ya he dicho que no creo casi en nada. Tal vez en la frivolidad maravillosamente trágica del amor"

Fue justamente su ateismo y su carácter intransigente lo que le valió la censura y la falta de reconocimiento de sus contemporáneos locales. Y también que se lo identificara con el comunismo y el anarquismo. Franco rechazaba esta categorización considerando que siente "una repugnancia orgánica por los ismos en política como en literatura", más allá de su simpatía con estos movimientos políticos.
Luis Leopoldo Franco murió un 1 de junio de 1988, próximo a cumplir sus 90 años, en un asilo de ancianos de Ciudadela (Buenos Aires), donde transcurrió los últimos años. Falleció, como muchos de los que hicieron grande la Argentina, sobrellevando la soledad y la pobreza.

¿Qué se dijo sobre él?

Roberto Artl (1941) en Argentina Libre, revista literaria de Artl:
"Un silencio fervoroso ha saludado la aparición de la monstruosa obra de este poeta -Suma- que, como Walt Whitman, podría decir de sí mismo: "Yo no soy sólo un hombre. Soy una batalla". Escribo estas líneas después de haber hojeado archivos, después de haber sopesado el enorme libro, de haberme sumergido en él con el cauto terror que al comienzo nos producen el océano o la selva. Leyendo a Franco he recordado la talla de los hombres que hombrean el Renacimiento y almacenan en sus cuerpos una fuerza cósmica lo suficientemente vasta para transformar un bloque de piedra en multitud de dioses y gigantes. Y la envidia le grita: - ¡Maldito seas por la música que se escapa de tu flauta divina y por no haber encontrado un pie que empujara tu libro al fondo del mar!".

Leopoldo Lugones, crítica publicada en el diario La Nación el 9 de agosto de 1923: "Este poeta Luis Franco nació con la facilidad, que es un don del ala. Canta como el pájaro, por llamamiento de la naturaleza...He aquí un poeta pagano que ama la vida y la canta porque la siente bella en la delicia de su amor...Tanto goza, con tanta sinceridad se entrega a su emoción, que canta en noble verso al propio cuerpo viviente".
Juana de Ibarbourou (1923) sobre Libro del Gay Vivir: "Libro que llega a mi corazón como un grito cordial, al que responde, conmovido, mi grito, y tal como quisiera haber hecho uno mío, más límpido y más puro y más bello que un río. Libro al que estoy tentada de gratarle: ¡hijo mío! Bendita sea, Luis Franco, tu estupenda poesía. Tu alegría dio el fruto que no dio mi alegría".

Mariano Perla (1945), publicada en Noticias Gráficas: "Sé de dos poetas marxistas: Maiacovski y Luis Franco. De ambos, el argentino es el más fuerte: su vitalidad tiene dilatado y enterizo arraigo como un áspero y tierno vegetal de la llanura, y ninguna desilusión lo hará suicida, porque ni siquiera cree que la muerte sea su única verdad".

Armando Raúl Bazán, historiador de Catamarca y del NOA, 2011:
"Es una de las prosas más vigorosas y excelentes que ha tenido la literatura argentina. Fue un hombre cantor de la naturaleza y exaltador de la libertad del hombre".

Algunos poemas de Franco

38 (De Insurrección del poema, 1979)

Con los cuellos tendidos,
la ola, el árbol, la montaña acechan lo que va a venir.
Mi alma tiene la gravedad de las esposas encintas,
pero está melodiosamente alegre y canta,
-ya contemporánea de lo venidero-
canta para lo que no es pero vendrá después.
Pondero ya los futuros idiomas,
sutiles como la música, perfectos como cifras,
y las tormentas que remozarán una vez más el aire,
y los nuevos inventos que enflorarán el mundo.
Pondero ya un inédito tipo de mujeres y de hombres,
almas de más cuerdas y mejor afinadas que las de hoy.
Soy camarada de los que son y fueron
pero aún más de los que serán un día.
¡Oh, zumbo de los enjambres de días que esperan su turno!


Nocturno nº 3
Con hambre y sed de soledad,
a estas orillas vino mi corazón nocturno a pastorear sus penas.
Como en el puente de un barco mirando más allá de las olas y la noche.
Junto a mí, con su mano sobre mi hombro,
siempre el recuerdo con sus ojos cansados,
y todas mis lejanías, holladas o vírgenes.
Tú en mí, siempre, como una patria en el pecho de un héroe,
y mis sueños que tienen forma de ala y tienen el color de tus ojos.
Dolorida más que una carne el alma,
y el líquido rumor de la fuente que lava las calladas heridas.
Tu lejanía se aprieta sobre mi ansia y yo arañando en la hondura
quiero desengarzar para mandarte la estrella más latidora.
Viviéndote, maravillosa, en pulso y en respiro,
con la vehemente vigilia de las estrellas hasta el alba velaré tu recuerdo;
De pronto te me apareces...
¿Dónde?
Y cierro bien los ojos porque no te me vayas.
Pero no hay más que tu ausencia, la ausencia que agranda la noche.

Para saber más:
Lenguaje y mundo en la poesía de Luis Franco:  http://blogsdelagente.com/el-follaje-incesante/2011/06/10/lenguaje-y-mundo-en-la-poesia-de-luis-franco/
Vida y muerte en la poesía de Luis Franco: http://www.letralia.com/90/ar01-090.htm

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