martes, 19 de junio de 2012

Belén trabaja en la Misión Diocesana



La parroquia de Nuestra Señora de Belén viene llevando adelante la Misión Diocesana Permanente, con una intensa labor desplegada por el cura párroco, Pbro. Pablo Batallán, y los 188 misioneros abocados a visitar las distintas comunidades.
De esta manera, en el año dedicado a las familias, bajo el lema: “A tu familia, Dios la ama”, se realizaron las fiestas patronales de la Virgen del Valle, en la localidad de Asampay, con la participación de peregrinos de localidades vecinas que llegaron con sus Santos Patronos.
En esta ocasión, el cura párroco pidió a la Santísima Virgen del Valle que “fortalezca y reimpulse esta noble y querida misión, pues una de las realidades que  la caracteriza es el ímpetu de llevar a Jesucristo a los corazones de quienes no han tenido su encuentro personal con el Todopoderoso del amor”, agregando que “este ardor misionero es claramente constatable de manera particular entre los 188 misioneros que trabajan a nivel departamental (Norte Chico, Londres y Ciudad de Belén), tratando de fortalecer y animar la experiencia espiritual, apoyando a la comisión organizadora para una mejor evangelización y garantizar así un trabajo eficaz y en serio”.
En esta oportunidad, los misioneros se prepararon para realizar la tercera visita denominada “La Familia contribuye al bien común, cumpliendo con su misión educativa”.
En todas las localidades del Norte Chico: Asampay, La Ciénaga, Puerta de San José, Cóndor Huasi, Pozo de Piedra, Londres y Ciudad de Belén, se llevaron a cabo reuniones formativas e informativas, se leyeron citas bíblicas, se las analizó en grupos de trabajo, se hicieron puestas en común en que cada uno de los oradores expuso un tema explicado mediante diapositivas.
En cada reunión se entregó a los misioneros el material que dejan a cada familia: un tríptico y un folleto con temas relacionados a esta visita.
El P. Batallán recordó que “la familia es considerada, en el designio del Creador, cuna de la vida y del amor. Jesús nació y vivió en una familia concreta, aceptando todas sus características propias y dio así una altísima dignidad a la institución matrimonial, constituyéndola como sacramento de la nueva alianza”.
“La iglesia considera a la familia como la primera sociedad natural y la sitúa en el centro de la vida social: célula primera y vital de la sociedad, es una institución divina, fundamento de la vida de las personas y prototipo de toda organización social”, dijo, enfatizando que “en las familias se aprenden las responsabilidades sociales y de solidaridad. Gracias al amor, realidad esencial para definir el matrimonio y la familia, cada persona, varón y mujer, es reconocida, aceptada y respetada en su dignidad. Este amor de familia se hace extensivo a los ancianos que viven en su seno, pues ellos son un ejemplo de vinculación entre generaciones”.
Asimismo, manifestó que “las familias cristianas tienen, en virtud del sacramento del matrimonio recibido, la peculiar misión de ser testigos y anunciadores del Evangelio de la Vida”.

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