El martes por la mañana, víctima de una larga enfermedad, falleció Sevilda Ríos
de Soria, la hija menor del mítico personaje que inmortalizó en versos
de zamba Jaime Dávalos: Marcelino Ríos. A los 84 años, doña Sevilda,
vivía hace casi tres décadas en una vivienda del barrio Villa Bosch, al
Norte de la Capital.
Un día de octubre del año pasado, ya ante la imposibilidad de levantarse y caminar, recibió en su lecho a El Esquiú.com para compartir un grato momento. El domingo 26 de ese mes, su cansado pensamiento se reflejó en el espacio “Cara a cara”, y de esa manera pudimos conocer aspectos aún desconocidos de su padre Marcelino, en el que se inspiró Dávalos en una zamba a la que le puso música Gustavo “el Cuchi” Leguizamón, y que hoy representa a uno de los temas emblemáticos del cancionero folclórico nacional.
Sevilda Ríos era hasta la víspera la única hija con vida de Marcelino, dueña de una simpatía y una amabilidad dignas de destacar, que nos permitió ver y tocar una guitarra de 130 años y un poncho de vicuña de 100 años que pertenecían al hombre que tuvo su propia historia en los pagos de Corral Quemado, departamento Belén, que la mujer atesoraba entre los mejores recuerdos.
La vida de doña Sevilda se apagó ayer, rodeada del afecto y el cuidado que durante un largo tiempo le prodigaron sus familiares. La recordamos con su generosa hospitalidad y su sonrisa que disimulaba el mal momento que atravesaba su salud. Si hasta se animó a cantar una parte de la zamba que recuerda a su padre, esa que dice: “La zamba de los mineros tiene sólo dos caminos: morir el sueño del oro, vivir el sueño del vino”. Nuestro solidario saludo a la familia de doña Sevilda Ríos. “Cuando a mí me pille la muerte, tan sólo la zamba me recordará…”
Un día de octubre del año pasado, ya ante la imposibilidad de levantarse y caminar, recibió en su lecho a El Esquiú.com para compartir un grato momento. El domingo 26 de ese mes, su cansado pensamiento se reflejó en el espacio “Cara a cara”, y de esa manera pudimos conocer aspectos aún desconocidos de su padre Marcelino, en el que se inspiró Dávalos en una zamba a la que le puso música Gustavo “el Cuchi” Leguizamón, y que hoy representa a uno de los temas emblemáticos del cancionero folclórico nacional.
Sevilda Ríos era hasta la víspera la única hija con vida de Marcelino, dueña de una simpatía y una amabilidad dignas de destacar, que nos permitió ver y tocar una guitarra de 130 años y un poncho de vicuña de 100 años que pertenecían al hombre que tuvo su propia historia en los pagos de Corral Quemado, departamento Belén, que la mujer atesoraba entre los mejores recuerdos.
La vida de doña Sevilda se apagó ayer, rodeada del afecto y el cuidado que durante un largo tiempo le prodigaron sus familiares. La recordamos con su generosa hospitalidad y su sonrisa que disimulaba el mal momento que atravesaba su salud. Si hasta se animó a cantar una parte de la zamba que recuerda a su padre, esa que dice: “La zamba de los mineros tiene sólo dos caminos: morir el sueño del oro, vivir el sueño del vino”. Nuestro solidario saludo a la familia de doña Sevilda Ríos. “Cuando a mí me pille la muerte, tan sólo la zamba me recordará…”
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