LA CAUSA GIRA A LA CÁMARA DE APELACIONES
El juez Carlos Moreno no dio lugar a la oposición a la elevación a juicio, pero la defensa interpuso a otro recurso.
miércoles, 21 de marzo de 2018 · 04:10
La defensa del sacerdote Juan de Dios Gutiérrez, acusado
por “abuso sexual con acceso carnal agravado por ser ministro de un
culto religioso”, recurrió a un recurso para evitar que se siente en el
banquillo de los acusados. El martes de la semana pasada, el juez de
Control de Garantías de Belén, Carlos Moreno, rechazó la oposición a
juicio que Guillermo Narváez, defensor del cura, había presentado en
febrero. Ahora, la Cámara de Apelaciones deberá dar un fallo al
respecto.
El magistrado había elevado la causa a juicio a finales del diciembre
del año pasado y, tras la feria, la defensa apeló. Tras el rechazo del
planteo, elevó la causa a juicio una vez más pero, con la nueva
apelación, el expediente toma otro rumbo.
A finales de octubre de 2015, la madre de una adolescente se animó a
denunciar por abuso sexual a un sacerdote en Belén, Juan de Dios
Gutiérrez, quien entonces tenía 28 años. Su tenía hija de 16 años. El
religioso fue imputado por el delito de “abuso sexual con acceso carnal
agravado por ser ministro de un culto religioso”.
Para la elevación a juicio, entre los elementos probatorios había más de
8.000 mensajes entre el sacerdote y la adolescente, que tras las
pericias –la clave de esta investigación- se convirtieron en prueba
material contundente del abuso. En la fundamentación, el magistrado de
Belén indicó que tales mensajes eran en ‘tono amoroso’ y los
intercambiaban por las redes sociales, como Facebook, o por celular. Los
informes psicológicos y psiquiátricos, señalaron a Gutiérrez como “un
manipulador que confundió a la chica en esta historia en que él es el
papá y ella la hija”.
En este sentido, se explicó que el cura “hacía un juego para superar los
preceptos religiosos y prejuicios de él. A pesar de eso, él la manipuló
y se aprovechó. La confundió a la chica porque es un hombre mucho mayor
que ella. En ese momento tenía 28 años y ella 16”. Los informes
describieron a Gutiérrez como un “manipulador al punto de destruir la
subjetividad del otro”. Para el magistrado, por este motivo el acusado
pudo lograr su cometido. En paralelo a esta situación, la chica se
encontraba en una situación de vulneración, por cuestiones cercanas a
ella.
Pese a la imputación agravada por su condición de religioso y hombre de
la Iglesia Católica, la defensa alegó que se trató de una relación
consentida e insistió en los mensajes en ‘tono amoroso’, como si fuera
un juego entre dos personas enamoradas pero, a la vez, puso énfasis en
que no hubo violación porque se nota un enamoramiento mutuo.
La voz de una madre sobreviviente: “Esa sotana les da poder”
En febrero, cuando la defensa del religioso acusado de
abuso apeló la elevación a juicio, la madre de la adolescente levantó su
voz. “Son hombres con sotana y esa sotana les da cierto poder”,
expresó.
Una vez que denunció el caso, la tranquila comunidad de
Belén, a poco más de 325 kilómetros de la Capital, entró en una
turbulencia. Algunos se manifestaron a favor del sacerdote y otros en
contra.
Así surgió un calvario y la familia decidió mudarse. Desde hace más de
un año ya no residen en Belén. “Dejamos todo porque era elegir entre
vivir en esa situación o salir para seguir viviendo. Somos
sobrevivientes, mi hija más que todo”, aseguró.
“Aguantamos un año en Belén, de tortura y persecución por parte de la
sociedad y de gente vinculada a la iglesia, como el grupo juvenil, en el
que participaba mi hija. Había maldad y cizaña hacia nuestra persona”,
recordó. Los abusos sexuales dejan secuelas y, como si fuera poco, el
estigma no solo hizo mella en lo profundo de la adolescente, sino que
también afectó a su hermana melliza. La comunidad donde nacieron y
crecieron se puso en su contra. Belén se convirtió en una suerte de
campo de batalla, con marchas y contramarchas, a favor de unos y de los
otros. Si la familia de la chica organizaba una marcha para pedir
justicia, surgía una contramarcha para apoyar al sacerdote acusado de
abuso.
“Prácticamente mis hijas sufrieron bullying en la escuela, donde no se
tomaron las precauciones correspondientes. Ellas sufrieron violencia
física y psicológica también. Aguantamos un año para que terminen el
último año de secundaria. Por mi parte también organicé marcha por
justicia y para que lo pongan preso al cura. Ellos decían que las
marchas eran para rezar por ambas familias pero nosotros nunca recibimos
invitación para participar de esa marcha”, explicó.
El sacerdote se encuentra en libertad, pese a la imputación que pesa
sobre él. Consideró que solo demora el proceso. A pesar de la agresión
sufrida por el religioso, la madre diferencia entre la iglesia como
institución de la iglesia como fe. “Uno puede tener fe y no pertenecer.
Yo no considero que pertenezca a la iglesia católica pero sigo con fe en
un Dios Todopoderoso que me da fuerza.
Ya no me identifico con la iglesia y su proceder”, comentó.