Al cumplirse el 40 Aniversario
El Senador provincial por el departamento de Belén, Jorge Solá Jais, en el marco de la décima octava Sesión Ordinaria de la Honorable Cámara de Senadores, homenajeó a las víctimas de la llamada “Noche de los Lápices” al cumplirse los 40 años del penoso hecho.
“El 16 de Septiembre se cumplen 40 años de la llamada noche de los lápices. La crueldad no tenía limites en aquella Argentina ocupada en 1976, esto estaba lejos para ser un efecto para los usurpadores del poder y sus socios civiles.
Para fin del año 1976 había miles de muertos y desaparecidos más, los militares ya no darían marcha atrás, tenían las manos demasiadas empapadas en sangre. El General Presidente de facto, Rafael Videla, quiso convertir aquella masacre en una incógnita declarando que el desaparecido no tiene entidad, no está muerto ni vivo, está desaparecido. La elección de la palabra no es aleatoria, es perversa en boca del verdugo que no tenía ninguna duda sobre el destino de los prisioneros político y exhibía en publico el terrible método elegido para atormentar aún más a los familiares, crear la incógnita sobre el destino de su ser querido.
En aquel panorama, la represión en los colegios secundarios fue muy dura, y apuntó a terminar con un alto nivel de participación política de los jóvenes en los centros de estudiantes y en las agrupaciones política.
Tanto fue que en la actualidad a lo largo de la extensión de nuestra geografía argentina que hoy muchos colegios secundarios tienen placas conmemorativas de sus alumnos desaparecidos.
El hecho emblemático, didáctico de aquel terrorismo de Estado fue el que pasó a la historia como “la noche de los lápices. La noche del 16 de Septiembre de 1976, el 21 aniversario del derrocamiento del primer peronismo por la revolución fusiladora, en la que fue secuestrado un grupo de jóvenes militantes secundarios de la ciudad de La Plata y alrededores. La que había sido ciudad Eva Perón ahora era el reino del Gral. Ibérico Saint James, autor literario de la inolvidable frase, “Primero mataremos a todos los subversivos, luego a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, luego a los indiferentes y por ultimo a los tímidos”. En la corte de Saint James, había personajes de la talla del Gral. Camps y su mano derecha el Comisario Miguel Etchecolatz, fueron ellos los responsables directos de secuestro, tortura muerte de los jóvenes, la mayoría de ellos provenía de hogares de clase media. No tenían problemas en pagar el boleto de colectivo pero sabían que habían muchos de compañeros que no, ya que a esa corta edad tenían antigüedad en su labor como militantes y tenían claro que había que conseguir el boleto estudiantil para todos, es así que comenzaron a organizarse en cada colegio, del colegio al barrio y nació así la coordinadora de estudiantes secundarios.
Recuerda Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes de aquel horror, hay un documento de la jefatura de la Provincia de Buenos Aires que se llamaba específicamente “La noche de los lápices”, Ese documento, firmado por un comisario mayor Fernández, en ese momento asesor del Consejo del general Camps y Etchecolatz, hablaba de que luego de desarticulados política e ideológicamente los sectores “subversivos” como universitarios, barriales, trabajadores, la piedra angular eran los “potenciales subversivos”, que eran los estudiantes secundarios que eran líderes en sus escuelas. Ellos hablaban de “semillero”, de “potenciales subversivos”.
Los jóvenes secuestrados en aquella “Noche de los Lápices” fueron arrancados de sus casas en la madrugada y llevados a la división cuatrerismo de la policía bonaerense donde funcionaba el centro de clandestino de detención conocido como “Arana”, de allí pasaron a la división de investigaciones de Banfield tristemente célebre como “El pozo de Banfield”, allí padecieron de tortura, simulacro de fusilamiento y el vano intento de imponerles otra mentalidad, la forma correcta de procesar aquel país y procesarlo tal cual era en 1976, un país atendido por sus dueños. Tuvieron su cuerpo pero no su obediencia.
Las Victimas, Fueron Claudio De Acha, Gustavo Calotti, Maria Clara Ciocchini , Pablo Díaz, María Claudia Falcone, Francisco López Mutaner, Patricia Miranda, Emilce Baner, Daniel Racedo, Horacio Ungaro, todos jóvenes entre 16 y 18, para quien el mejor homenaje sea decirles que hoy sus lápices siguen escribiendo”.
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