El integrante de Los Nocheros se toma un año sabático, aunque el grupo seguirá en actividad. Dice que tomó la decisión por “cansancio físico y mental” y que quiere volver “con pilas y ganas de seguir adelante”. Además, habló de los festivales, y de las dificultades para el folclore actual.
Nada de carrera solista ni de portazos. Lo que Kike Teruel quiere es descanso. Mucho tiempo libre. Un año sabático que, en realidad, serán nueve meses. Después de 28 años, uno de los integrantes de Los Nocheros -también lo componen su hermano Mario Teruel, Rubén Ehizaguirre y su sobrino Alvaro Teruel- abandona el grupo para irse a España con su familia. Dice que es un “ya vuelvo” porque está cansado de los viajes. También dice que, si no fuese por su familia, se tomaría dos o tres años. El regreso de Kike será el próximo verano, cuando comiencen los festivales folclóricos. En diálogo con Clarín, Teruel habla de su decisión, de los festivales y de la proyección internacional del folclore actual.
¿Por qué decidiste tomarte estas largas vacaciones?
Surge de una necesidad de estar con la familia y conmigo. La tomé por cansancio físico y mental, y porque sé que cuando regrese todo seguirá igual, menos yo que estaré cambiado. Quiero irme y volver con todas las pilas para retomar lo que quede de mi vida y de mi carrera con Los Nocheros. Mis compañeros me apoyaron sin inconvenientes. Sólo querían saber si mi idea era seguir o si pensaba en un descanso para siempre.
¿Hablás de un desgaste arriba o abajo del escenario?
Arriba soy feliz y la paso bárbaro. Mi problema es abajo, llegar un lunes a casa y volver a viajar el jueves. Todo eso me fue desgastando a través de los años. No son cosas que pasan de un día para el otro. Si fuese un auto, te diría que tengo que hacerme alineado, balanceado y rectificación total. No necesito ir a un psicólogo para que me diga que estoy estresado por los viajes. Siempre fui un tipo que atendió a lo que le dice la cabeza y el cuerpo. Me escuché a mí mismo. El año pasado, me dio una contractura cervical terrible. No quiero parar por cuestiones de salud. Entonces, elijo hacerlo ahora, con pilas y ganas de seguir adelante.
¿En España sólo te dedicarás a descansar?
Todos en casa tenemos nacionalidad española. La idea es irme con la familia, pero no tengo nada muy claro. Uno de mis hijos, Rodrigo, juega al fútbol en Independiente de La Rioja y aprovechará para hacerlo en Albacete. Quizá yo termino viviendo en Barcelona y él en otra ciudad. Me llevo la guitarra y el charango, y seguramente me dé tiempo para componer. Es la primera vez en mucho tiempo que cargo los instrumentos por placer y no como una herramienta de trabajo.
En estos 28 años, Los Nocheros tuvieron varios giros estilísticos. ¿Cómo definirías a este momento del grupo, en el que decidís alejarte?
Creo que me voy en uno de los mejores momentos. Tuvimos buenas etapas y otras de meseta. Con nuestros últimos discos, estuvimos nominados al Grammy y ganamos el álbum de platino. Hicimos muchos shows y eso significa que mucha gente nos quiere escuchar. Si hacés recitales masivos y la gente sabe tus canciones, ya estás arriba.
Cuando Jorge Rojas se fue de Los Nocheros, decidieron reemplazarlo por Alvaro Teruel. ¿Por qué ahora no lo hacen y el cuarteto pasa a ser un trío?
Esa era una decisión de los chicos. Imaginate que era muy soberbio de mi parte decir: “Che, me voy. Pongan a otro o esperen mi vuelta”. Cuando Rojas se fue, Rubén (Ehizaguirre) quiso seguir como trío, pero finalmente se decidió incorporar a Alvaro. Había que seguir un estilo y la gente tenía que saber que la canción nochera seguía siendo la misma. Esto es un parate, un “ya vuelvo”. El trío será algo nuevo, quizá mejor o igual al cuarteto. Tres cantantes arriba del escenario me parece un buen número. Dos ya suena a devaluación -se ríe-. Más allá de todo eso, nosotros tenemos un lazo de sangre y Los Nocheros ya son una marca registrada que equivale a canción folclórica.
¿Por qué a los artistas populares como Los Nocheros o Soledad les cuesta tanto proyectar una carrera internacional?
A las compañías de discos les cuesta poner una zamba o una chacarera. Cuando nos llaman de afuera, siempre piden una balada y cosas románticas. Mirá que lo intentamos. Hicimos mucha prensa y shows en todos lados, pero las proyecciones internacionales de los artistas folclóricos siempre se quedan ahí nomás. Hace poco se nos abrió una puerta grande en Viña del Mar, cuando nos trajimos todos los premios. Pero fue un trabajo que no se siguió haciendo. Yo sigo esperanzado en encontrar la canción para que la compañía apueste por nosotros. Porque la lógica es muy sencilla: si no te ponen en una radio, no llegás. Creo que Los Nocheros podemos hacerlo. Así como un día encontramos una canción (Entre la tierra y el cielo) que nos sacó del regionalismo para ponernos en Buenos Aires, un día pasará lo mismo con el resto del mundo. Afuera el trabajo siempre es diferente. Y más difícil todavía para un norteño que canta folclore.
Los Nocheros son un grupo festivalero. ¿Qué opinan de los recitales fallidos de Juan Falú y Liliana Herrero en Cosquín y el de Mariana Carrizo en Cafayate?
Cosquín siempre fue lo que es y siento que ahora está sobrevalorado. Hace 20 años, cuando salimos Consagración del festival, dimos la vuelta al país con afiches que ponían ese galardón. Ahora nadie se acuerda de los premiados en años anteriores. El festival se televisa sin sentido: hace cuatro o cinco puntos de rating. Yo digo, un poco en broma y otro en serio, que en algunos años les van a decir a los artistas: “Vos subí, cantá una estrofa y andate”. Se entendió mal por dónde va la canción. Los festivales pueden prescindir del Chaqueño, Nocheros o Soledad porque tienen una vida por sí mismos. Las carreras se sustentan durante todo el año, con tus shows y con la gente que compra los discos.
Ahora te vas a España y planeás volver a Los Nocheros. ¿Te imaginás con 20 años más, con la edad de Los Chalchaleros, cantando “voy a comerte el corazón a besos...”?
Yo tengo casi 49. ¡Sería difícil para un tipo de 70 años! Tenés que bancar con el cuerpo lo que expresás con la voz. Hoy tengo ganas de cantar “voy a comerte el corazón a besos” o “‘hagamos el amor como sueña tu cuerpo”. Me gustaría llegar con ganas. Por eso este parate es necesario. Es darme tiempo para otras cosas. Un volver a vivir.
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