Belén, solar de Luis Franco, territorio de montañas insondables y preciosas quebradas. Belén de las nueces, comino y el anís; de llamas y vicuñas que libres recorren la magnificencia geográfica. Belén… donde el espíritu andino de manos artesanas plasma en sueños infinitos la trama existencial de este lugar que tiene por prestigio bien ganado ser “La Cuna del Poncho”.
Laguna Blanca es un lago salado, área natural protegida, ubicada al norte del departamento Belén y al este de Antofagasta de la Sierra, constituyendo el ecosistema de la Puna y los Altos Andes.
El regalo es una manera de expresar la consideración hacia una persona. Es valorado por el sentimiento que lo impele y es también un modo simple y llano de estrechar lazos de amistad.
Días atrás, un amigo catamarqueño me sorprendió regalándome el primer disco de “Hilos del Viento”: Soy de la Puna.
Seis jóvenes belichos dieron vida a esta agrupación llevados no solo por el sentimiento y vocación por la música, sino también por preservar, reafirmar y proyectar su identidad.
En el 2010 comenzaron a forjar el sueño de dar a conocer su música, el colorido y valores milenarios que hacen a su estirpe andina-catamarqueña.
Con una propuesta original y la raíz identitaria que los distingue, fueron revelación en la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho 2013.
Sorprende gratamente el arte gráfico realizado por Laly Vega, donde se aprecian magníficas fotografías. Un cuadernillo con letras de catorce canciones condensa este primer trabajo discográfico constituido por un repertorio de temas propios y de otros artistas. Entre ellos “Eulalia”, bello huayno de Rolando Zaffe (cantautor catamarqueño, folclorista y compositor).
En los años ‘80, con Pedro Barrionuevo, el “Gordo” Herrera y el “Flaco” Maturano solíamos concurrir a la “Peña de Fermín” en plena Capital Federal. Allí conocí a Naco Rueda, quien en su variado repertorio incluía “Canción para Cancino” (Roberto Ternán). Destaco el tratamiento que “Hilos del Viento” dio al taquirari de Naco “No sé si me voy”.
En general, “Soy de la Puna” se caracteriza por la sobriedad de sus músicos y arreglos musicales realizados con buen criterio, además de ser un producto íntegramente realizado en Catamarca.
Con un corto pero intenso recorrido lograron algo trascendente que va más allá de sus sueños esculpidos entre montañas, viento, silencio, soledad y salitral. “El hombre -escribió Atahualpa Yupanqui- tiene un idioma. La tierra tiene un lenguaje. Y en el canto popular, el hombre habla con el lenguaje de su territorio”.
De allí el agradecimiento que hacen, entre otros, a la municipalidad de Villa Vil por confiar en ellos.
Los invito a visitar la Web de esta comunidad: http://www.munivillavil.gov.ar/index.php
“Hilos del Viento” no tuvo miedo a la ciudad que impide ver al hombre”, como escribió Luis Franco. A ella fueron para mostrar la identidad del hombre de la Puna catamarqueña, convencidos de lo que son, de lo que hacen.
Son parte de la trama existencial y esencial de Catamarca, dándole también significado a la formidable identidad y cultura de esta provincia. Con su arte, ellos hacen trascender lugares, paisajes, comunidades y costumbres milenarias.
“Hilos del Viento” es una fresca y saludable invitación a conectarse con el paisaje musical de Catamarca, su sol perenne, vinos, sabores, aromas únicos y ese paisaje delicado de cualquier región: su gente, su identidad, su cultura.
El regalo es una manera de expresar la consideración hacia una persona. Es valorado por el sentimiento que lo impele y es también un modo simple y llano de estrechar lazos de amistad.
Días atrás, un amigo catamarqueño me sorprendió regalándome el primer disco de “Hilos del Viento”: Soy de la Puna.
Seis jóvenes belichos dieron vida a esta agrupación llevados no solo por el sentimiento y vocación por la música, sino también por preservar, reafirmar y proyectar su identidad.
En el 2010 comenzaron a forjar el sueño de dar a conocer su música, el colorido y valores milenarios que hacen a su estirpe andina-catamarqueña.
Con una propuesta original y la raíz identitaria que los distingue, fueron revelación en la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho 2013.
Sorprende gratamente el arte gráfico realizado por Laly Vega, donde se aprecian magníficas fotografías. Un cuadernillo con letras de catorce canciones condensa este primer trabajo discográfico constituido por un repertorio de temas propios y de otros artistas. Entre ellos “Eulalia”, bello huayno de Rolando Zaffe (cantautor catamarqueño, folclorista y compositor).
En los años ‘80, con Pedro Barrionuevo, el “Gordo” Herrera y el “Flaco” Maturano solíamos concurrir a la “Peña de Fermín” en plena Capital Federal. Allí conocí a Naco Rueda, quien en su variado repertorio incluía “Canción para Cancino” (Roberto Ternán). Destaco el tratamiento que “Hilos del Viento” dio al taquirari de Naco “No sé si me voy”.
En general, “Soy de la Puna” se caracteriza por la sobriedad de sus músicos y arreglos musicales realizados con buen criterio, además de ser un producto íntegramente realizado en Catamarca.
Con un corto pero intenso recorrido lograron algo trascendente que va más allá de sus sueños esculpidos entre montañas, viento, silencio, soledad y salitral. “El hombre -escribió Atahualpa Yupanqui- tiene un idioma. La tierra tiene un lenguaje. Y en el canto popular, el hombre habla con el lenguaje de su territorio”.
De allí el agradecimiento que hacen, entre otros, a la municipalidad de Villa Vil por confiar en ellos.
Los invito a visitar la Web de esta comunidad: http://www.munivillavil.gov.ar/index.php
“Hilos del Viento” no tuvo miedo a la ciudad que impide ver al hombre”, como escribió Luis Franco. A ella fueron para mostrar la identidad del hombre de la Puna catamarqueña, convencidos de lo que son, de lo que hacen.
Son parte de la trama existencial y esencial de Catamarca, dándole también significado a la formidable identidad y cultura de esta provincia. Con su arte, ellos hacen trascender lugares, paisajes, comunidades y costumbres milenarias.
“Hilos del Viento” es una fresca y saludable invitación a conectarse con el paisaje musical de Catamarca, su sol perenne, vinos, sabores, aromas únicos y ese paisaje delicado de cualquier región: su gente, su identidad, su cultura.
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