domingo, 18 de diciembre de 2011

Luis Franco, el prodigioso poeta y ensayista catamarqueño

  El pasado 31 de agosto, el pueblo belicho y autoridades provinciales y municipales acompañaron, en un emotivo cotejo fúnebre, el traslado de los restos del escritor catamarqueño Luis Franco a su Belén natal, adonde descansa finalmente en un mausoleo especialmente construido en el Cementerio Municipal.
  • Poeta y ensayista. Luis Leopoldo Franco.

  • En avión. Llegaron los restos de Franco a Belén.

    Pablo Coria
  • Arribo. El hijo del prodigioso escritor participó del homenaje.

    Pablo Coria
  • Brizuela del Moral. Recibió al hijo de Franco.

    Pablo Coria
  • Comitiva. Autoridades provinciales y municipales, presentes en el homenaje.

    Pablo Coria
  • Caravana. Una multitud participó del cotejo fúnebre.

    Pablo Coria
  • Interminable. La fila de autos que acompañó los restos del escritor.

    Pablo Coria
  • En sulqui. Fue trasportado el féretro por la ciudad de Belén.

    Pablo Coria
  • Escoltado. Por guachos catamarqueños.

    Pablo Coria
  • Emocionante. Cotejo fúnebre.

    Pablo Coria.
  • Escuelas. Los alumnos recibieron a Luis Franco.

    Pablo Coria
  • Escuelas. Los alumnos recibieron a Luis Franco.

    Pablo Coria
  • Movilizado. El pueblo de Belén.

    Pablo Coria
  • Mausoleo. Fue construido especialmente.

    Pablo Coria
  • Acto. En el Cementerio Municipal de Belén

    Pablo Coria
  • Acto. Las ex autoridades provinciales descubrieron las placas.

    Pablo Coria
  • Mausoleo. Fue construido especialmente.

    Pablo Coria
Ese merecido reconocimiento es una ocasión propicia para conocer algo sobre la vida y la obra de uno de los mejores exponentes de las Letras que dio Catamarca.
Luis Franco nació en Belén un 15 de noviembre de 1898, fruto de la unión de Luis Antonio Franco y Balbina Acosta de Franco. Antes de concluir con la escuela primaria se mudó, junto a su familia, a esta ciudad Capital. Aquí se destacó como alumno del nivel medio en el Colegio Nacional y regresó a sus pagos amados a los 19 años de edad (1917).
Ya desde joven mostró notable fascinación por los libros que satisfacían su curiosidad de la vida y el mundo. También, desde muy temprana edad, comenzó a bosquejar sus primeras obras. Fue así que en el año 1918, con 20 años de edad, ganó el Premio de Honor en el certamen literario "Juegos Florales", presidido por Jaimes Freyre, con su Oda Primaveral. Distinción que recibió en mano luego de haber viajado en lomo de mula durante dos días a la ciudad de Tucumán.
Luego de aquel auspicioso inicio como escritor, Luis Franco hizo el servicio militar en Buenos Aires, durante el cual pasó gran parte del tiempo en el calabozo a causa de su temperamento. Posteriormente, inició la carrera de Derecho, pero la abandonó dos años más tarde para dedicarse a su gran pasión: las Letras.
Durante varios años, Franco alternó entre el ajetreo de la ciudad de Buenos Aires y la vida campesina en Belén ya que si bien la vida en el campo le proporcionaba la paz para poder leer y estudiar, a veces necesitaba buscar información en bibliotecas y librerías. En Buenos Aires trabajaba en la Biblioteca Nacional del Maestro para sustentarse; mientras que en Belén se desempeñaba como labrador en una finca. Hacía de patrón, capataz y peón a la vez; de herrero, carpintero y talabartero cuando era necesario.
Fue por su amor a la tierra que sufrió en varias oportunidades la cárcel. Fue encarcelado por defender el agua de riego, respaldando a los labriegos y por ser considerado enemigo del gobierno y de la sociedad.
Durante su vida escribió alrededor de 52 obras; 18 versos y 34 prosas. Entre ellas: "La flauta de caña"(1920), "Nuevo Mundo"(1927), "El corazón de la guitarra, carpeta con dibujos de Ricardo Carpani" (1963), "Insurrección del poema" (1979), "Los hijos de Llastay (Fábulas o relatos de animales)" (1926), "América inicial" (1931), "El otro Rosas"(1945),
"Domingo F. Sarmiento (antología)" (1959), "De Rosas a Mitre: medio siglo de historia argentina"(1967), entre otras importantes producciones.
En su libro "América inicial", Franco permite al lector llegar a conocerlo profundamente. Bajo el título Autobiografía detalla: "Yo, señor, rasgado de ojos y de corazón, limpio de conciencia y de ahorros, de suerte oscura y risa clara, nací y vivo en un lugar tan huido (...) que amagando juntarse en él los rieles (¿las paralelas no se juntan en el infinito?) el tren no ha podido acercarse. Mi infancia me parece ahora cosa de prodigio (...)".
Y prosigue: "La vida blanca y roja (no un negocio sino una aventura mágica, la vida) es mi mayor tentación, pero la palabra y aun el pensamiento, tienen la privanza de mis horas tiradas en buscar un arte de tempestad y melodía". (...) ¿Religión? Soy un impío capaz de escuchar devotamente por horas una cigarra, pitonisa del sol. Soy un ateo calado hasta el hueso de supersticiones de lo divino. La alegría - gay vivir - es mi culto, a mayor título, que suelen salirme al camino, como al que más, esas horas de desencanto eclesiástico en que nuestras ilusiones amagan cariarse a la par de nuestras muelas. No sé si tres o cuatro mil plantas puestas por mi mano me autorizan el título del plantador. (...) Una junta de escopetas, otra de perros, un pavo real, que imanta todas las miradas, y una yegua lujosa de ímpetu como un ditirambo, agotan el censo de mis bienes. Pero no quiero jactarme de mi pobreza, aunque es mi único orgullo. (...) Ya he dicho que no creo casi en nada. Tal vez en la frivolidad maravillosamente trágica del amor"
Fue justamente su ateísmo y su carácter intransigente lo que le valió la censura y la falta de reconocimiento de sus contemporáneos locales. Y también que se lo identificara con el comunismo y el anarquismo. Franco rechazaba esta categorización considerando que siente "una repugnancia orgánica por los ismos en política como en literatura", más allá de su simpatía con estos movimientos políticos.
Franco murió un 1 de junio de 1988, próximo a cumplir sus 90 años, en un asilo de ancianos de Ciudadela (Buenos Aires), donde transcurrió los últimos años. Falleció sobrellevando la soledad y la pobreza; pese a que durante el Gobierno de Ramón Saadi, en el año 1985, se le otorgó una pensión honorífica. Dinero que, según cuenta la poeta Hilda Angélica García, se negó a cobrar.
Fue enterrado en el Cementerio de La Chacarita, adonde permaneció por largos 23 años hasta que el Gobierno decidió su traslado a su amada ciudad de Belén. Luis Leopoldo Franco obtuvo, finalmente, su merecido reconocimiento como el máximo exponente de las Letras que dio Catamarca. Todo un pueblo se movilizó, en una emotiva caravana, para acompañar sus restos hasta la necrópolis bélica, adonde descansa unido a su tierra, su gran fuente de inspiración.
Cabe mencionar que días después de cotejo fúnebre, los legisladores provinciales lanzaron con fuerza de Ley la instauración del 15 de noviembre como el “Día del Poeta Catamarqueño”, en conmemoración al natalicio del poeta y ensayista.

Para saber más:
Lenguaje y mundo en la poesía de Luis Franco: http://blogsdelagente.com/el-follaje-incesante/2011/06/10/lenguaje-y-mundo-en-la-poesia-de-luis-franco/
Vida y muerte en la poesía de Luis Franco: http://www.letralia.com/90/ar01-090.htm
 
María Cristina Leiva
Diario El Ancasti

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