miércoles, 14 de octubre de 2020

Con compañeros así, quién necesita oposición


El peronismo catamarqueño vivió un tremendo sacudón con la difusión de un audio que supuestamente permite oír la voz del gastronómico Luis Barrionuevo, advirtiendo que está “trabajando” para “boletear” al ministro Francisco Gordillo.

El breve y contundente mensaje, que hasta aquí no desmintió ni Barrionuevo ni nadie, menciona un supuesto acuerdo con el Ejecutivo para hacer rodar la cabeza del titular de Educación, cuestión que sólo se demora un poco por otros “despelotes” que tiene el gobierno.

A ver, a ver. Si se confirma que el audio es verdadero, que el que habla es el sindicalista y lo que dice es cierto, hay muchas cosas preocupantes.

En ese caso lo menos escandaloso sería la salida de Gordillo del gabinete, que ya se venía barajando y en todo caso es algo normal en cualquier gestión. Hasta se dice que Gordillo habría avanzado con el trámite del fin de su licencia para volver a la intendencia de Pomán cargo para el que fue electo.

Esto marcaría el tercer traspié del docente en sus intentos de hacer pie en un ministerio: le fue mal al frente de Gobierno, le fue mal en Desarrollo Social, y le está yendo mal en Educación.

Cosas que pasan. La política tiene esos sinsabores. En todo caso lo malo del “caso Gordillo” es que se complicó en un año sin escuelas, no por las dificultades académicas sino por el escándalo de los nombramientos, incluyendo el de su hijo, conjunto de medidas que lo dejaron mal parado ante la opinión pública, ante los docentes y sobre todo ante los gremios, que celebran la caída de cada ministro como un triunfo propio.

La ironía es que no fue la pandemia ni sus complicaciones las que jaquearon a Gordillo, lo que equivale a un alumno que repite el año cuando no tiene que asistir a la escuela. Pero también hay que decir que el ambiente, cierta prensa y hasta algunos colegas, lo toman siempre “de punto”. Gordillo se convirtió en blanco fácil por pura insistencia de las críticas, y parece que es más fácil caerle siempre a él que ver los problemas o desprolijidades de otras áreas.

Eso, se comenta, ya no es casualidad. Hay una interna fuerte, y es aquí donde la eventual salida de Gordillo puede tener consecuencias políticas. Porque todos saben que es un “pollo” de Lucía Corpacci, y saben también que mucho del triunfo de este gobierno en las elecciones se debe a Corpacci. Estos cachetazos que recibe un hombre de su riñón, podrían rebelar a la tropa de Lucía que permanece en el Ejecutivo, y también a los que ya se fueron o nunca estuvieron. ¿Es un lujo que el Gobierno puede darse, a meses de una elección?

Claro, tampoco Gordillo es la encantadora dama por la que se va a desatar la guerra de Troya, pero ojo que estos gestos nunca salen gratis. Y va a haber reproches si debe armar otra vez las valijas rumbo a Pomán.

En ese chimichurri, lo que más ruido hace es el rol de Barrionuevo, porque ahí sí saldría a la luz una traición fuerte, de parte del sector que más aprovechó la imagen de Corpacci, contra el corpacismo y a favor de uno de los que más la atacó. Ojo al piojo, si hay un monje negro tejiendo acuerdos a espaldas de Lucía, las consecuencias van a llover.

Y qué decir de Luis. Nada, sólo imaginar cómo celebrará el “Día de la Lealtad”, si es que se desvela por serrucharle el piso a compañeros de su ¿amado? peronismo. Tampoco nos vamos a sorprender ahora como si fuera Cristina marchando con los anticuarentena. Acá ya nos conocemos bastante. El 17 de octubre será para unos el día de la lealtad, para otros el día del boleteador.

Pero la culpa no sería del chancho… ¿verdad?

El Catucho.

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