“Me llamo Betty Harris, tengo 37 años. Yo me casé a los 23 y fue entonces cuando empecé a trabajar en la mina. Trabajo para A. Knowles, de Little Bolton (Lancashire). Tiro de las vagonetas de carbón y trabajo desde las 5 de la mañana a las 6 de la tarde. Hago una pausa durante una hora, al mediodía, para comer, para esto me dan pan y mantequilla, pero nada de beber. Tengo dos hijos, pero son demasiado jóvenes para trabajar. He tirado de la vagoneta cuando estaba embarazada (...) En el lugar donde trabajo hay seis mujeres y media docena de niños y niñas”.
Este testimonio, del año 1842, que parece extraído de un fragmento de la novela “Tiempos difíciles” de Charles Dickens, es el reflejo fiel de la vida de miles de mujeres pobres que, producto de la revolución industrial, se incorporaron al trabajo en las fábricas o en las minas.
La revolución fue, en esencia, un fenómeno triple porque:
- cambió la economía, que comenzó a ser capitalista,
- la sociedad introdujo dos sectores sociales nuevos: los obreros (dueños de su fuerza de trabajo que vendían a cambio de un salario) y los empresarios (dueños de los medios de producción; fábricas, máquinas) y,
- en tercer lugar, cambió la forma de producción que pasó de ser artesanal a mecanizada. En este orden de cosas, el historiador Eric Hobsbawm afirma que la revolución modificó radicalmente la vida de los trabajadores pobres sin ofrecerles nada a cambio.
Al transformarse las condiciones básicas de la vida económica y social, la industrialización tuvo importantes repercusiones, tanto sobre el trabajo de la mujer, como en el papel que se esperaba que ella cumpliera en la sociedad. Empezó entonces a producirse una separación entre los ámbitos del hogar y del trabajo, a mediados del siglo XIX comenzó a verse al trabajo como una “desviación” de la función que se consideraba adecuada para la mujer: ser madre y esposa. Por eso, muchas abandonaban su trabajo, mientras las que tenían grandes dificultades económicas no podían dejar su empleo en la industria textil, en las minas o el servicio doméstico, a pesar de que cobraban salarios muy inferiores a los hombres.
El 8 de marzo se conmemora el Día de la Mujer.
Libertad, igualdad, fraternidad
La revolución francesa estalló en 1789 y las ideas racionales de la Ilustración sentaron las bases para los cambios que se producirían en el mundo contemporáneo. Fundamentalmente, la revolución terminó con el Antiguo Régimen basado en grandes desigualdades sociales y gobiernos absolutos. Es sabido que entre los logros más notables de la revolución figura la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que, en su primer artículo, dice: "Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos".
Pronto la revolución encontró el lema que la representaría: Libertad, Igualdad, Fraternidad. Tanto en la Declaración de Derechos como en sus principios, el proceso revolucionario no incluía a las mujeres.
Chaumette decía así en la Asamblea: “¿Desde cuándo le está permitido a las mujeres abjurar de su sexo y convertirse en hombres? ¿Desde cuándo es decente ver a las mujeres abandonar los cuidados devotos de su familia, la cuna de sus hijos, para venir a la plaza pública, (...) a realizar deberes que la naturaleza ha impuesto a los hombres solamente?” Parece claro entonces que las mujeres “formateadas” bajo las duras condiciones de las fábricas, que cambiaron sus vidas de manera irreconocible y a la sombra de la revolución francesa, que las ignoró, pueden encontrarse las raíces de sus reclamos.
Olimpia de Gouges: heroína de la primera ola feminista
En 1793 un grupo de francesas creó la Sociedad de las Republicanas Revolucionarias. Muchas vestían la escarapela tricolor sobre su peinado, otras el gorro frigio e, incluso, el pantalón rojo.
La revolucionaria Olimpia de Gouges publicó en 1791 la “Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana”. En algunos de sus párrafos decía: “La mujer nace libre y debe permanecer igual al hombre en derechos (...). La Ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas las ciudadanas y ciudadanos deben contribuir, personalmente o por medio de sus representantes, a su formación (...)”.
Fue también una precursora de la protección de la infancia y de los necesitados. Olimpia murió guillotinada por los jacobinos, los mismos que predicaban igualdad y justicia]; los mismos que, en el polo opuesto del proceso, guillotinaron a María Antonieta y al último monarca absoluto Luis XVI. La ejecución de Olimpia simbolizó el fracaso de los reclamos feministas durante la revolución, que era para los franceses, no para las francesas.
En este “orden” -o “desorden”- de cosas, las mujeres se encontraron sujetas a las reglas de dos revoluciones; si bien ningún reclamo fue atendido, el feminismo empezaba a surgir (incluso antes de que Alexandre Dumas (hijo) lo nombre por primera vez) producto de las ideas de la Ilustración que promovían la libertad, la igualdad, la razón como instrumento del conocimiento, la democracia y el progreso constante de la humanidad.
El 8 de marzo se conmemora el Día de la Mujer.
8 de marzo: las razones del paro de mujeres
El 8 de marzo de 1857 las obreras de la industria textil de New York, en Estados Unidos, organizaron una protesta. Luchaban por mejores salarios y condiciones laborales.
El 8 de marzo de 1908 alrededor de 15 mil mujeres se manifestaron por las calles de Nueva York, para exigir la reducción de horas de trabajo, mejores salarios, el derecho al voto y el fin del trabajo infantil. El slogan fue “Pan y Rosas”, el pan simbolizaba la seguridad económica, y las rosas, una mejor calidad de vida.
Un hito en esta lucha es el Día de la Mujer, celebrado por primera vez en 1909. En 1910, en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, se propone como Día Internacional de la Mujer, en favor de los derechos de la mujer y por el sufragio femenino universal. Un año después, el 25 de marzo en una fábrica textil Trangle Shirtwaist Company, de Nueva York, a raíz de un incendio, mueren más de 140 obreras, la repercusión este hecho influyó en que el Día de la Mujer se fuera incluyendo en el calendario de la agenda pública de muchos países.
En 1975 y coincidiendo con el Año Internacional de mujer, las Naciones Unidas conmemoraron por primera vez el Día Internacional de la Mujer.
El Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, entre otras cosas, dijo en un mensaje el 1° de marzo pasado que conseguir la igualdad de género y empoderar a las mujeres y las niñas son tareas pendientes de nuestra época y constituyen el mayor desafío en materia de derechos humanos del mundo.
Por Patricia Lasca, profesora de historia. entremujeres/clarín
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