A pesar de que el diputado y secretario del PJ, Isauro Molina, decidió oficiar de bombero en el peronismo belicho, no pudo apagar los focos de incendio que amenazan extenderse. El cruce entre militantes por el vaciamiento del Partido Justicialista de Belén desnudó otro malestar, el nombramiento de la sobrina de la senadora Inés Blas en la Delegación de Desarrollo Social provincial. La joven se llama Soledad Blas y es pareja de un empresario que fue candidato peronista. En definitiva, su nombramiento fue como echarle nafta al fuego.
De manera que la pelea por la llave de la sede del PJ Belén esconde o mejor dicho explica el estado de ánimo del peronismo local. Entre decaído y molesto, los pocos acomodados se vinculan a los mismos apellidos de siempre que copan la parada dejando la militancia jadeando en el rayo del sol. Los mensajes de WhatsApp que se filtraron llevaron a los responsables a tratar de dar con el intruso que filtró una conversación cerrada.
La sede permanece cerrada y está sin los elementos que jóvenes peronistas incluso sacaron prestados y que no pueden devolver porque se los llevaron sin que ni siquiera les avisaran dónde para tranquilidad de ellos y de los dueños. Incluso los mensajes aseguran que se los trasladaron a Desarrollo Social, esfera de Soledad Blas, pariente de Inés Blas. Todos saben que el nombramiento de Soledad no tiene que ver con la militancia sino con el parentesco, que la tía es senadora nacional y lo más importante, que llegó al Congreso también siendo íntima amiga de Lucía Corpacci.
Hoy el diputado Molina salió a poner paños fríos y escribió en su cuenta de Facebook: “El Consejo Provincial del Partido Justicialista, comunica a la comunidad de la ciudad de Belén, que habiendo concluido el contrato vigente del local partidario, las autoridades del departamento se abocarán a generar las acciones para reabrir la sede”. Sin embargo no aludió la designación de Blas porque tendría que explicar que se dejó de lado otros dirigentes más preparados y de mayor compromiso por una joven que solo puede apelar a la relación familiar como antecedente político.
Para peor, el gobernador Raúl Jalil cierra todo directamente con el intendente radical Daniel “Telchi” Ríos dejando sin voz y sin contención al peronismo local. La disconformidad podría ser atenuada si las autoridades dieran la cara pero ni el intendente Gilberto Santillán, ni el senador Solá Jaís, ni la conducción partidaria dan la cara para manifestar que están en deuda. Se esconden detrás del coronavirus. Mientas tanto Gilberto hace negocios también descaradamente con la minería y la nuez para la descendencia Santillán. Aunque los políticos no lo crean, a los belichos no solo la pandemia les preocupa.
Por Juan Carlos Andrada
Especial para El Aconquija
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